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César Chirinos, in memoriam…

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Realizado Por: Alexis Blanco

CÉSAR…Chirinos habitará por siempre todos nuestros teatros, íntimos y públicos. Nuestro más excelso e importante dramaturgo. Wikipedia nos orienta al respecto: “Un dramaturgo (en griego; δραματουργός, de δρᾶμα, «drama», y έργον, «tarea») o autor teatral es un escritor de textos literarios compuestos para ser representados en un espacio escénico.

A estos textos literarios del género de la dramaturgia se les da el nombre de obras teatrales u obras dramáticas”. El dramaturgo de Maracaibo, forever. César partió, ayer, a las once y pico de la noche del Domingo de Adviento y luego de la última Aurora de La Chinita.

Todo en él resultaba grafía entrañada y símbolo de la vida como un escenario que va y viene desde el alma y la inteligencia de cada quien. Para él, la escritura era como contar películas de la vida cotidiana. Por eso eligió al teatro como uno de sus principales caminos de creación.

Narrador de poderoso espectro popular, con una escritura críptica que bien podría develarse leyendo los títulos de las rockolas, César reinventó, para y desde su aldea, lo que el doctor en literatura de la Universidad de Michigan, Antonio Isea (Figuraciones del Interland), perfiló como la gran novela histórica de este país que él retrató con pericia de artista múltiple.

Otro notable doctor, en literatura, Cósimo Mandrillo, auxilia este perturbado intento de escribir sin tristeza: “En Venezuela arrastramos una abultada deuda con César Chirinos. Hemos estado en deuda, antes que nada, por no haberle dado hasta hoy el lugar que por derecho le corresponde en el decurso y valoración de nuestra novelística.

En deuda también, como causa y a la vez consecuencia de lo anterior, porque no hemos leído su obra con la atención suficiente, porque no hemos tomado el pulso del crecimiento y constante evolución de esa obra; porque hemos preferido, por comodidad, por incuria, o por simple ceguera, leer su novelística desde dos o tres clichés críticos que terminan por convertirla en poco menos que una especie de natural excrecencia de la dinámica cotidiana de la ciudad de Maracaibo.

Tal abandono le permitió a Antonio Isea afirmar que la obra de César Chirinos “es el eslabón perdido en la evolución de la narrativa venezolana” (2008). Por supuesto que existe una relación estrecha e incluso estructurante entre la escritura de Chirinos y la idiosincrasia y, especialmente, el habla de la ciudad donde reside desde su infancia.

De lo que se trata, en todo caso, es de dejar establecido que esa relación es bastante más compleja y variada de lo que ha querido verse y que su obra está lejos, muy lejos, de ser una recopilación de expresiones pintorescas oídas en cualquier esquina de la ciudad o en el puerto de Maracaibo, lugar que repetidamente el autor señala como punto de partida de su aventura literaria.

Cierto es que no pocas veces el mismo escritor, o alguno de los narradores de sus novelas, esparciendo más que pistas trampas, dan pie para que un lector desprevenido caiga en tales simplicidades.

Para ser justos, y comenzar a reparar lo que sin duda es una lectura parcial de la producción de Chirinos, habría que detener el impulso de leer el conjunto de sus novelas como si se tratase de una sola.

Siendo como es, un conjunto de textos de una gran coherencia sintáctica y temática; no obstante la afirmación de propio autor, por medio de las voces narradoras, según la cual to- das sus novelas son en definitiva una sola; y muy a pesar de la percepción inicial que pueda obtenerse de este conjunto de obras, hay pocas cosas estables en ellas.

Por el contrario, todo evoluciona y se transforma en estas novelas. Desde la primera página de Mezclaje, por ejemplo, cambia, se atenúa, se diluye la presencia inmediata de la ciudad de Maracaibo, que puede fácilmente perci- birse en Buchiplumas.

El lenguaje, por su parte, transita desde una propuesta en la cual lo gráfico, lo pictórico, lo cinematográfico es su característica más evidente, a otra en la que se aminora la presencia desbordante del habla marabina.

Esa habla, hay que decirlo, se afianza más en la presencia de vocablos y expresiones sueltas que en la incorporación a la escritura de una sintaxis que pudiese identificarse de buenas a primeras como propia de los marabinos.

Establecido lo anterior, no queda más remedio que darle mucho más peso en la lectura al trabajo del escritor, a la originalidad de su propuesta novelesca que a su sobrevalorada dependencia del habla de Maracaibo.”

Pensemos, por ejemplo, y siguiendo al maestro Luis Brito García, en El Quiriminduña de los Ñereñeres: “…La mano de tres dedos en situación redonda tiembla en una de sus penumbras”. O, en esa vía tipo carrito de La Pomona y te bajáis por el antiguo cine Lido, escuchando a César y sus Sombranadsmás:

“Es entonces cuando tu pluma y tu vida se integran sublimemente para hacerse poeta y asumir la reciprocidad de los protagonistas terráqueos temporales y los protagonistas imperecederos universales, sin teomanía, sólo con el símbolo de tu voluntad de palabra, ejercido como oficio de guerra del amor”.

Encontrémonos con César en su Diccionario de los hijos de papá (uno de los cinco libros “de cabecera”, de LBG); o, mejor, en el antiguo bar Palmarejo hablándonos: ”Para tener fe no se necesita comprender, como decía Tertuliano. Digo esto porque a veces la literatura podría significar algo que no logramos comprender del todo pero que nos llega.

Como esa vez, cuando encontré a mi hija riéndose mientras leía un libro mío y me dijo: Papá, eso que dicen de tu literatura es verdad, no se entiende, pero me río mucho con ella. Y así hay muchas personas que sin entender pueden disfrutar…

Cuando de trata del arte, surgen muchas interpretaciones comenta incluso eso que se llama disparate, también se hace para que uno comprenda: Tiene algún sentido, como escribió alguna vez Sergio Antillano cuando hizo un artículo en el que comparaba la novela de César Chirinos “Si muero en la carretera no me pongan flores”, la de Víctor Fuenmayor, Sonambulario, y Perfume de gardenia, de Laura Antillano.

Decía allí Sergio Antilano que en el caso de César Chirinos, el disparate literario era un detonante de mi prosa. Y hacía toda una teoría sobre el disparate que es algo tan complejo como el absurdo…”.

Entre sus obras hay que estudiar, en profundidad, El diccionario de los hijos de papá (1974), Buchiplumas (1975), El quiriminduña de los ñereñeres (1980), Si muero en la carretera no me pongan flores (1981), Mezclaje (1987), Sombras nadamás (1992), Pellizco en la piel de un puerto (1994), De las mías de mío Caribe (2005). Mucho César…

Negrito travieso y jodedor, desde su “Polisemia de nuestro caos Caribe”, como lo señalara alguna vez él mismo, hablando de su novela Mezclaje: “Hablaba el broken english, el antillano español, el papiamento curazaleño, el wayúu, el inglés de boxeadores y beisboleros, el alemán de ferretería… el francés de las madeimoselle de barco y el vos que posee a los caídos y desarraigados”.

César con ese, su Mezclaje, y su enorme poder de invocación del alma criolla a través de la ironía, el sarcasmo, el humor como herramientas literarias.

Un día descubre que la poesía mera no le alcanzará para plasmar su imaginario y entonces apela a las otras artes y fuentes literarias, entonces se pasa por el forro a Joyce y a Proust, y a Cendrars y también a Ramos Sucre y a Otero Silva para producir un “Batiburrillo”, unas orgías de lenguaje efervescente que acompañará junto con los demás artistas de otros géneros y es así como (sigo ahora a la maestra estudiosa, Lilia Boscán de Lombardi) hasta recrear momentos de acción estética y política fundamentales: es Cesár quien escribe, en cambote, los manifiestos de los legendarios y renovadores grupos artísticos Guillo y El Taller de Telémaco.

Esta lágrima negra que corre, jodida y anárquica mientras veo a César en Guanajuato, entre momias y momios literarios…
La dramaturgia venezolana transcurre, en uno de sus ejes más comprometidos políticamente, entre los dos César: Rengifo y Chirinos. Maracaibo amanece de duelo infinito hoy lunes. Por las redes inició el largo alarido de la noche cáustica.

La actriz y dramaturga Yazmina Jiménez escribió en su face: “…El reloj de mi celular repicó como siempre a las 6 am y lo primero que vi fue un hermoso escrito de Nelly Oliver alabando la vida de César Chirinos el amigo, el escritor, el irreverente idolatrado.

Él no se ha ido, aunque ya no lo veamos en años, sabemos que fué una decisión de vida. El puerto ha quedado mas sólo que nunca, la plaza Bolívar que tantas veces visitaba y se encontraba con los amigos ya ni palomas tiene. Me quedan sus enseñanzas, su compartir de palabras durante mi adolescencia, escuchándolo al lado del bardo Enrique Romero y otros poetas, casi siempre en las tardes, en la heladería Avila, que quedaba casi en la esquina de la calle Colón con Venezuela..

Mí César Chirinos, orgullosa, henchida de amor por regalarme el Monólogo “Los llamados del amor” que representé durante treinta años . Mi bardo. Siempre he sabido que los afectos van. más allá de una palabra. Es por eso que hoy puedo decir te he amado César Chirinos.
” Somos pasajeros en el tiempo”…

Recién llegado desde su natal Coro, en 1969, incentivando por los aires de renovación y revolución estudiantil, concursa y gana la mención de publicación en el VII y en el VIII Concurso de Cuentos de la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ, con los cuentos Hombres y nombres sin regreso y Espectros de un viaje en autobús, respectivamente, firmadas con su nombre de José Ramón Silva Chirinos.

Venían más…
Leamos a su editor, Oswaldo Antonio González: “Chirinos va más allá de la incorporación del habla popular zuliana, con su sabrosa musicalidad, con su uso del voseo y su particular manera de acentuar las conjugaciones verbales y otras palabras y de inventar nombres de pila o apodos inimaginables… …el mestizaje, la omnipresencia del lago con su humedad canicular, y lo agridulce del néctar, o veneno, del petróleo, todo está ahí en el festín teatral que nos ofrece César Chirinos”.

Con Luz Labat, Romer Urdaneta, con todos los artistas de teatro de su ciudad, mantuvo una relación preciosa. Leonardo Isea vertió su sangre en las redes: “Partió César Chirinos… Me acaban de dar la triste noticia de la partida del maestro… Me siento fuera del camino. Siempre tuve a César junto a los Grandes aprecios de la vida.

No busqué el momento para conversar y seguir escuchándole; Me duele su ida, sobre todo sabiendo de su ánimo por retomar sus propuestas dramaturgicas y escuchar sus sueños junto a sus anécdotas, cuentos y novelas con original estilo…

Dios lo recibe y el se junta a los Grandes que lo esperan… Se nos ha ido el César de la IBM; como diría el ” Hombre de Levita ” en su version de “La Comedia de las Equivocaciones ” de W. Shakespeare y versionada por el maestro: Cada lugar es pantomíca y mímica del hombre y cada pantomima mímica es costumbre universal “… Dios lo recibe en su seno… Mi Abrazo a su familia y respeto sincero…”.

El maestro Arnaldo Pirela, director de la escuela Inés Laredo, también lamentaba: “Así es ..como Leonardo tuve la gracia de escucharle en la etapa de vida en la que particulares experiencias marcaron mi camino en el teatro .

Él, maestro César en constante y sonoro verbo de hablar pausado y elegante .
Fue participe y artífice de la 4ta etapa del Teatro Universitario. Encuentros formidables en la Facultad de Ingeniería de charlas Luego el Paraninfo de LUZ en La Ciega .

Junto a los también amados Víctor Carreño , Dinora Hernández , Jesús Matuta Ortega, Nicanor Cifuentes ..muchos, una pléyade de poetas amigos y encendedores de llamas para flamear . Una escuela con norte. Romer Urdaneta invitado a dirigir El Echacantos de César, el primer montaje del ya establecido Teatro Estable de LUZ..

Maravilloso recorrido por la vid del teatro, la poesía, la escritura , el pensamiento preñado de ideas para el hacer de jóvenes del ámbito universitario ávidos de aprender con fundamento. En 1990 se estrena en la sede de nuestra maravillosa Escuela de Teatro Inés Laredo en su nueva sede con apenas un año de haber sido inaugurada con Jazmina Jiménez al frente. Era toda una confabulación para un recorrido que no cesa, César siempre querido..

Gracias poeta maestro y amigo. Oración infinita a tu viaje…”.
Sobre Traje de Etiqueta, su obra cumbre como dramaturgo, tengo a bien evocar mis sentimientos:
“Como era un espectáculo donde actores y público terminaban fundidos en una fiesta excelsa, como un tándem glorioso, con tragedia incluida, y en tanto que Peter Stein y su grupo, la Shaubühne, citado en estos comentarios tan bonitos por el maestro (Freddy) Torres, fueron a ver una de las funciones en el Rajatabla y aquellos abrazos y danzares entre maracuchos y teutones rebasaron cualquier barrera idiomática y fue el teatro y su duende quien se apoderó de la escena (el gran logro del director Enrique León y el dramaturgo César Chirinos), yo votaría por el TRAJE DE ETIQUETA de la Sociedad Dramática de Maracaibo.

Vaina curiosa: los Dramáticos y León nunca quisimos estrenarla en esta ciudad donde tiene lugar la anécdota: Don Popora Valbuena, rico ganadero festeja los quince años de su hija, Fortunata, para efectos de lo cual contrata a La Caricanteao SRL, agencia experta en matar tigres a lo Blake o Borges.

Entonces el hermano menor de la quinceañera mata al beodo del barrio porque se coló en el bonche. Un quinteto de vientos o retreta y el chimbanguele de Juan de Dios Martínez recreabam la música in situ.

La obra ganó cinco premios clave: el Nacional de Dramaturgia, para César y cuatro Premios Continentales Ollantay, que otorgaba el Celcit. Pregunten o rescaten lo que ha escrito gente como Azparren, Pérez Ariza o Rocco Mangieri…Jejeje Reconozco que me rezuma posverdad en mi criterio. Yo disfrutaba un mundo haciéndola: podías respirar en la nuca de tu espectador o decirle los parlamentos al oído y en pequeños grupos…

Era un real “tour de forcé” actoral: seis o siete tandas , ergo, funciones “per se, each”…Bailando y en clave de proxemia…Poetizando una ciudad que odia la memoria y quien en ello incurra jamás podrá amar el verdadero poder del teatro.

En estado puro: amar tu arte por sobre todas las cosas. Eso último no era León: Es Constantin Stanislavski. Comediantes de punta en blanco…jejeje”.
Si muero en la carretera no manden flores, porque César estará pendiente de fabricar un nuevo chiste: “Yo con la palabra no digo lo que la palabra quiere decir”.

Desde La comedia de las equivocaciones, su peculiar manera de maracuchizar a Shakespeare, desde los coxones y ovarios de nuestras almas trémulas, ahora invoco;
El ECHACANTOS…..VOZ EN OFF:” !Corre, tomás, corre! ! Tu salvación es correr…Corre, corre! Adonde llegues toma aliento para continuar corriendo.

(Tomás se prepara para correr pero la voz lo detiene).!Por ahí no,Tomás, por ahí andan matando patriotas a los realistas…”.

Oración
Memoria
Silencio
Descansa en Paz, bienamado César,

el Chirinos…
Ay Ay Ay…!!!

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