Prensa MPPC (29/07/2025).– A 71 años de su nacimiento, Hugo Chávez Frías sigue habitando el alma cultural de Venezuela. Su legado perdura no sólo como líder político y militar, sino como un incansable creador, narrador y promotor de las expresiones artísticas y del pensamiento popular. Su impronta sigue viva: en las editoriales que publican obras esenciales para la identidad nacional, en los festivales que exaltan lo propio, y en la palabra cotidiana de quienes luchan por la soberanía del espíritu y la justicia social.
Celebrar a Chávez es honrar la palabra dicha y escrita. En sus relatos de infancia y vivencias llaneras, compilados en “Los cuentos del arañero”, Chávez se revela como un fabulador natural. Cada anécdota, narrada en su inconfundible tono, fusiona memoria, oralidad y política, conectando el imaginario del pueblo con la historia profunda del país. En estos relatos, lo íntimo se vuelve colectivo: la casa materna en Sabaneta, los juegos con sus hermanos, el barro del llano, el mango y la pelota de trapo, la abuela Rosa Inés. Todo eso que alimentó su raíz humanista y su sensibilidad popular.
Otra de sus obras fundamentales es el “Libro Azul”, publicado en 1992 desde la cárcel de Yare. Allí Chávez esboza su visión de país y su ideal bolivariano, proponiendo una nueva ética para la transformación nacional. Más adelante, en los Planes de la Patria, plasmó los valores y principios que deben guiar la construcción de una sociedad más justa, cimentada en la soberanía nacional, la participación popular y la cultura como elemento identitario. “La revolución no puede limitarse a los cambios económicos y sociales. Para todo ello se requiere la inyección poderosa de una cultura transformadora”, planteaba como reflexión.
Chávez también fue un narrador popular, un contador de historias que convirtió sus “Aló, Presidente” y sus encuentros con el pueblo en verdaderos espacios pedagógicos y poéticos. En cada emisión hacía uso de su don para la palabra: recitaba versos, contaba anécdotas, improvisaba décimas, compartía libros y hacía de la comunicación un acto de afecto y conocimiento. Su verbo era una mezcla de historia, humor, pasión, música y conciencia, que llegaba directo al corazón del pueblo.
Durante su mandato, impulsó una verdadera revolución cultural. Fue un defensor apasionado del libro y la lectura, promoviendo la democratización del conocimiento con la creación de colecciones accesibles y masivas que llevaron la lectura a cada rincón de Venezuela. Chávez fortaleció las editoriales del Estado y sembró la semilla de lo que hoy es la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), uno de los eventos culturales más relevantes del país, que suma 21 ediciones y se ha convertido en un punto de encuentro de escritores, lectores y movimientos culturales de todo el mundo.
Para Chávez, la cultura no era un adorno de la política, sino la escencia misma de la transformación social. “Una revolución verdadera es una explosión de cultura, de conciencia, de amor y de espíritu”, decía. Y lo demostraba con hechos: recitaba a Neruda y a Benedetti, cantaba joropos, llaneras y tangos, evocaba a Maisanta y a Bolívar con igual fervor. Se detenía a conversar con un niño o un poeta con la misma atención, reconociendo el inmenso valor del ser humano y su expresión.
En las escuelas hoy se escucha a Chávez cuando los niños y niñas aprenden sobre Bolívar, Guaicaipuro y Zamora, desde una perspectiva crítica y amorosa. En las ferias del libro, en los festivales comunitarios, en las radios populares y en cada rincón donde un artista se expresa libremente, su voz aún resuena.
Hugo Chávez fue y sigue siendo un sembrador de conciencia, un defensor del alma colectiva de los pueblos. Su legado cultural se manifiesta en el impulso creador de una nación que se reconoce en su diversidad, en su historia y en su esperanza. En cada palabra que nombra la patria con dignidad está él: el Comandante Eterno, el arañero que tejió sueños, poesía y revolución.
T: Prensa MPPC/Claudia Hernández
F: Internet